A Moureira

Tras perder la pista de la original Turoqua romana, no es hasta el siglo XII, con su nombramiento como burgo gracias al fuero del rey Fernando II (1169), cuando la volvemos a tener presente, siendo ahora conocida como Ponte Veteris o Puente Viejo, denominación que hace alusión al primer puente construido por los romanos y del cual deriva el actual nombre de la ciudad.

En estas centurias medievales, la ciudad crece gracias a su posición estratégica y la importancia de su puerto pesquero. Situación que lleva a la Corona y posteriormente a la Iglesia a otorgar al burgo pontevedrés diversos privilegios y exenciones relacionados con la pesca y el comercio de productos alimenticios.

Gracias a ellos, Pontevedra obtiene el monopolio para la pesca, secado y comercio de diversas especies de pescados, destacando entre todos ellos la sardina y sus productos derivados como el saín.

El centro neurálgico de esta privilegiada actividad comercial se situaba en el barrio de A Moureira, localizado en los márgenes del río Lérez, desde la Capilla de San Roque  hasta el Puente do Burgo. Como podemos ver, aunque lo denominemos como barrio, la extensión de este arrabal era muy superior a la ocupada por el recinto amurallado de la ciudad en la época.

 

La Moureira se dividía internamente en tres grandes áreas; A Moureira de Arriba (zona próxima al Puente do Burgo), Moureira de la Barca (zona intermedia) y A Moureira de Abajo (Barrio de San Roque)

 

En este barrio, el conocido como Gremio de Mareantes, que aglutinaba a todas las gentes del mar, fue el encargado de dirigir esta actividad pesquera y comercial que generó una amplia actividad gremial que surtió a a la ciudad de todo lo necesario para convertirla en el burgo más poblado de Galicia con 5.000 almas y por cuyas calles paseaban mercaderes de toda Europa.

 

En este caso, es una mezcla de las 7 hierbas que podéis observar en la imagen, que deben ser recogidas de manera natural y posteriormente dejarse bajo el rocío de la noche de San Juán, para luego usarse al día siguiente, con el fin de espantar los malos espíritus. Nos lavamos la cara, nos bañamos con esta pócima al día siguiente. Esta una de las noches más mágicas para nuestra cultura.

Fue tal el poder y riqueza del barrio y del Gremio que llegaron a tener una jurisdicción propia que rivalizaba con el concejo del recinto amurallado y el propio señorío compostelano, además de costear en su práctica totalidad la construcción de la Basílica de Santa María La Mayor, que se levantó sobre la ría y la Moureira.

A pesar de haber perdido muchas de sus funciones iniciales como puerto comercial, permanece como un claro ejemplo de la importancia que el mar tuvo para la economía pontevedresa y de la crisis que el cese de su comercio provocó en la villa, haciendo que la ciudad le diese “la espalda al mar”.

 Esta noche meiga comprende otra de las grandes tradiciones. En la comarca de O Salnés, a escasos 25 minutos en coche desde nuestro alojamiento,   se encuentra la playa de A Lanzada. Una playa salvaje con forma de concha y a la que se le atribuye la virtud de la fecundación . Esta noche tan especial , se reúnen las personas que desean ser madres , y saltando las 9 olas realizan su deseo. En el mismo lugar, no muy lejos podréis encontraros la Ermita de Nuestra Señora de A Lanzada, lugar de merecida visita , y donde podréis ver una espectacular panorámica. Este ritual también puede llevarse a cabo el último sábado de agosto.

Hoy en día, aún es posible ver reminiscencias del glorioso pasado de este barrio paseando por sus estrechas e intrincadas calles, las cuales fueron desarrolladas sin una planificación previa y que al recorrerlas se convierten en una aventura casi laberíntica para cualquier visitante.

Uno de los elementos más característicos y definitorios de a Moureira son sus estrechas casas de estilo marinero, con gruesas paredes y pequeñas ventanas para evitar la entrada de las frías brisas invernales, una orientación en favor de los vientos para favorecer la ventilación y espacios dedicados a las artes pesqueras y secado.