Los cruceros o “cruceiros” son uno de los monumentos religiosos más característicos y extendidos de Galicia. Expresión de la devoción popular, estos elementos sacralizadores se erigían en las cercanías de las ermitas, iglesias, cementerios y cruces de caminos.
De composición sencilla, habitúan a estar constituidos por un pedestal o una plataforma de uno o varios escalones sobre la que se eleva un pilar coronado por la cruz.
En el fuste del pilar es habitual la representación de diversos motivos, destacando los elementos de la pasión (clavos, martillo, flagelo…), relatos del Antiguo Testamento como el Pecado Original y las figuras de Santos de la Iglesia.
Coronando el conjunto, se representa a Jesucristo crucificado en su cara anterior, mientras que en la posterior suele estar una imagen de la Virgen María o un santo.
La proliferación y expansión de los mismos en Galicia está muy ligada a los acontecimientos religiosos del siglo XVI, cuando la Contrarreforma o Reforma Católica pretende reafirmar la Fe y luchar contra el luteranismo y su doctrina. En este ambiente, las diferentes órdenes monacales presentes en Galicia fueron clave para su expansión por toda su geografía.
La construcción de los cruceiros en los cruces de caminos como protección a los viajeros fue algo habitual durante varios siglos como salvaguarda ante los bandidos y de la procesión de la Santa Compaña que de noche recorre los caminos en la búsqueda de nuevas personas a las que anunciar su muerte.
Según cuentan las leyendas, con la llegada de la medianoche el mundo de los vivos y el de los muertos se unen, las almas de los fallecidos abandonan el Purgatorio e inician una procesión errante dirigida por una persona viva que porta la Cruz y agua bendita.
Su víctima debe guiarlos por los caminos en su labor anunciadora, pues quien se atreva a mirar a las almas que integran la compañía morirá en el plazo de un año. Si sales a los caminos de noche, ten cuidado, pues podrían estar a la vuelta de la esquina.
Su presencia es acompañada de un silencio sepulcral, el viento se detiene, los animales callan y el ambiente se torna gélido. Por ello, si te encuentras caminando en la oscuridad y detectas estas señales, debes protegerte. Dibuja un círculo con tiza en el suelo y métete dentro, baja la cabeza, cierra los ojos y no los abras hasta que amanezca y la Santa Compaña haya regresado al Purgatorio antes de volver a caminar por el mundo de los vivos por la noche. De lo contrario, si tienes la osadía de mirar a sus integrantes a los ojos, en el plazo de un año podrías ser uno de ellos.