En la plaza de Santa María se encuentra este bello edificio obra del arquitecto Alejandro Rodríguez-Sesmero siguiendo un estilo ecléctico de finales del XIX y patrones franceses.
Su construcción fue ordenada por Soledad Méndez Núñez en los terrenos conocidos antiguamente como “Sitio de los Churruchaos”, pues aquí era donde se encontraba el castillo medieval de los arzobispos de Santiago, su lugar de residencia cuando visitaban la ciudad, y las Torres Arzobispales de la muralla.
Estilísticamente, el edificio presenta tres plantas, destacando en la superior sus cinco puertas balconeras decoradas con sencillos y motivos ornamentales geométricos. Sobre ella, una cornisa circunda todo el perímetro del edificio. En su centro, destaca un gran ventanal que se abre en el techo y permite la entrada de luz por el día y admirar las estrellas de noche.
En su interior, las reuniones sociales, tertulias, actos culturales y musicales eran una constante gracias a Carmen Babiano, quien heredó el palacete y lo convirtió en el foco cultural de la época en la ciudad. Cuando sus hijas María y Concepción Mendoza Babiano, quienes habían sido instruidas desde pequeñas en varios idiomas, pintura y música, continuaron el legado de su madre.
La figura de las dos hermanas fue ampliamente elogiada por diversos mandatarios, quienes encontraban en ellas dos personas ilustradas con quienes charlar y unas guías para conocer la ciudad de Pontevedra. Su inteligencia y carisma las convirtió en el centro del movimiento cultural pontevedrés, pues todas las personas querían ser invitadas a los eventos del palacete, hasta que, por desgracia, diversos problemas financieros provocaron el desprestigio de las dos hermanas, quienes se vieron forzadas a vender su hogar para poder vivir.
Su palacio, el cual fuera la primera casa particular de la ciudad en contar con agua corriente y en cuyos jardines siempre florecían las flores más exóticas traídas desde otros continentes, cayó en desuso y cambió varias veces de manos hasta finalmente ser adquirido por el Ayuntamiento de Pontevedra, que restaura el edificio y lo convierte en la sede del Patronato de Turismo Rías Baixas.
Gracias a ello y a pesar del paso del tiempo, el palacete ha recuperado su labor como centro de difusión y promoción cultural de Pontevedra y su entorno.