Praza da Ferrería

 

 

 

Custodiada bajo la imponente mirada del Santuario de la Peregrina y el Convento de San Francisco, la gran Plaza de la Ferrería o Herrería, es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Pontevedra. Conocida en la Edad Media como plaza de Trabancas, no sería hasta los inicios del siglo XIX cuando adopta su nombre actual en honor a los herreros que en sus soportales trabajaban arduamente el metal en sus forjas.

Su situación y tamaño tras sucesivas ampliaciones fue clave para que en ella se llevara a cabo la celebración de la “Feira Franca”, un mercado libre de impuestos.

 

El origen de la misma está en el privilegio real que el rey Henrique IV otorgó a la ciudad de Pontevedra en el año 1467 en un contexto de gran bonanza económica y en la que el barrio de la Moureira era uno de los puertos más importantes de Galicia.

 

En él, se estipulaba que durante un mes, quince días antes y quince días después del 24 de agosto, festividad de San Bartolomé, los mercaderes podían vender sus productos sin hacer frente a los impuestos que la Corona imponía sobre los mismos, permitiendo unos precios más asequibles y populares.

 

Con el fin del privilegio, la Feira dejó de celebrarse, pero en el año 2000 nació la idea de rememorar esta antigua feria que tantas riquezas trajera a la ciudad. El éxito de la iniciativa es innegable, pues desde su primera edición no ha dejado de crecer hasta abarcar la totalidad del antiguo recinto amurallado de la ciudad y los grandes jardines extramuros de la ciudad y la Alameda de Sesmeros.

 

Durante su celebración, la ciudad de Pontevedra realiza un viaje en el tiempo, su estética cambia, sus calles se engalanan con cintas decorativas, banderas, blasones y todas son miles las personas se caracterizan con trajes de semblanza medieval para pasear por sus calles y reunirse con sus conocidos.

 

Volviendo a la Ferrería, en sus cercanías, concretamente en Jardines de Castro Sampedro se sitúa una gran fuente del siglo XVI conocida como Fuente da Ferrería, pues su emplazamiento original era en el centro de esta plaza, desde donde se desmanteló y trasladó hasta los jardines. Esta fuente fue posiblemente el origen del apelativo de Pontevedra como la “Boa Vila”, por recibir a los visitantes que entraban a su perímetro amurallado con agua que beber tras su viaje.