Turoqua “Quo vadis?”

En el año 19 a.C., tras la caída del Medulio y la conquista de la Gallaecia en el año 19 a.C. a manos del emperador Octavio Augusto, se inició un proceso de romanización e integración de este territorio dentro del Imperio Romano

Este proceso, que se prolongó décadas debido a la beligerancia galaica, supuso la creación de diversas vías de comunicación cuyo fin era facilitar el control sobre el territorio y abrir nuevas rutas mercantiles entre las principales ciudades del Imperio.

Al amparo de estas vías, surgen en sus márgenes nuevos asentamientos o villae urbanas para dotarlas de mayores servicios y seguridad, produciéndose un gran contraste entre el nuevo modelo de asentamiento romano con los tradicionales castros galaicos, a los cuales terminarían sustituyendo por completo.

Una de ellas, la denominada Vía XIX “perloca marítima” por ser trazada muy próxima a la costa, unía las ciudades de Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga) atravesando el territorio de la Gallaecia y con centro en su principal ciudad en la época, Lucus Augusta (Lugo).

 

 

A la altura del Lérez, los romanos aprovecharon las condiciones favorables de la zona (rica en marisqueo y productos piscícolas) y con una orografía muy suave, para establecer una “mansio”, un pequeño asentamiento que sería el origen de la actual Pontevedra y donde se situaría la legendaria Turoqua.

Con el crecimiento de la población y las relaciones comerciales marítimas gracias a la Vía XIX, fue necesario la construcción de un puente sobre el cauce del río Lérez para facilitar el tránsito de personas y mercancías, que estaría en uso hasta la caída del imperio romano y la llegada de los pueblos bárbaros en la primera mitad del siglo V.

En este punto, se produce el abandono de la antaño floreciente mansio romana, de la cual no se tendrán constancias documentales hasta los siglos centrales de la Edad Media, cuando la antigua mansio es ahora citada como Pontis Veteri o “puente viejo” en referencia a los restos del antiguo puente romano que se conservaban sobre el río Lérez y que con el paso de los siglos se convertiría en el nombre actual de la ciudad; Pontevedra.